Estenosis o Estenorraquis Vertebral Lumbar

Esta enfermedad ocurre cuando se estrecha el conducto vertebral y comprime los nervios espinales (cola de caballo o cauda equina). En la mayorí­a de los casos es una enfermedad de desarrollo muy lento y asociado al envejecimiento. Es más común observarla después de los 60 años.

Los sí­ntomas pueden ser variados o no presentar ninguno. Pueden presentarse algunos o todos los sí­ntomas al mismo tiempo.

1.- Dolor en las extremidades inferiores. Puede doler una o ambas y en ocasiones alternantes con predominio en la izquierda o derecha. En la mayorí­a de los casos el dolor se produce al caminar y se alivia al detenerse o descansar, la persona vuelve a caminar y el dolor reaparece.

2.- Sensación de adormecimiento y hormigueo de las extremidades inferiores.

3.- Debilidad de la musculatura que puede manifestarse en cojera.

4.- Alivio de los sí­ntomas al sentarse o inclinar el tronco hacia adelante.

5.- Dolor lumbar. Es un sí­ntoma asociado y no está presente en todos lo casos. En general la intensidad del dolor es menor al de las extremidades inferiores.

El diagnóstico es en base a la historia y el examen fí­sico. Se confirma con estudios de imagen: Rx, TAC (scanner) y/o Resonancia Magnética.

Tratamiento Médico

En casi todos los pacientes el tratamiento médico es la primera opción. Es muy efectivo en aliviar los sí­ntomas, pero no va a permitir solucionar el problema de base que es la estrechez del conducto vertebral.

1.- Medicamentos orales: Antiinflamatorios, corticoides, analgésicos opioides (tramadol y otros), paracetamol, fármacos antiepilépticos como la pregabalina.

2.- Kinesiologí­

3.- Ejercicios de bajo impacto y exigencia

4.- Infiltración de la columna con corticoides: Bloqueo peridural, bloqueo radicular selectivo y bloqueo facetario

Tratamiento Quirúrgico

Está indicado en aquellos pacientes que después del tratamiento médico persisten con dolor e incapacidad fí­sica. Existen fundamentalmente 2 opciones quirúrgicas:

Cirugí­a abierta tradicional

Consiste en resecar todas aquellas estructuras que aporten en la estrechez del conducto vertebral. Implica en muchos casos la colocación de tornillos y barras para poder garantizar la estabilidad de la columna después de la cirugí­a. Requiere una hospitalización de 3 a 7 dí­as y una rehabilitación física durante 2 a 3 meses.

Cirugí­a Endoscópica

El objetivo es descomprimir las estructuras óseas que estrechan el conducto vertebral pero sin dañar las partes blandas (músculos, ligamentos, etc.). Se puede lograr porque se utiliza una cámara (llamada discoscopio) que permite observar la columna sin tener que abrir la piel ampliamente. Por lo tanto, se logra descomprimir al igual que la cirugí­a abierta, pero disminuyen los riesgos y complicaciones. No requiere la colocación de tornillos ni barras en la columna. El paciente puede caminar desde el primer dí­a de la cirugí­a y se va de alta al dí­a siguiente. La rehabilitación física dura aproximadamente 1 mes.

 

Dolor lumbar y estrés

El dolor lumbar es un importante problema de salud pública. En paí­ses desarrollados como Estados Unidos ha comenzado a tener dimensiones epidémicas. Es una de las principales razones de limitación de la actividad fí­sica en personas menores de 45 años. Es la segunda causa de intervenciones quirúrgicas y la quinta razón más frecuente de ingresos hospitalarios.

El dolor lumbar en paí­ses desarrollados tiene una prevalencia entre el 49 y 80%. Hasta un 80% de la población sufre, al menos, un episodio de dolor lumbar durante la vida. Para aproximadamente un 5% de la población adulta, el dolor lumbar se convierte en un estado persistentemente incapacitante.

Existe una falta de claridad sobre las causas, tratamientos y factores que predisponen al dolor lumbar lo que ha llevado a hacer temer que algunos trabajadores puedan abusar de los procedimientos de compensación laboral.

Los pacientes que sufren dolor lumbar crónico, definido por la persistencia del dolor mas allá de 3 meses, presentan problemas en varias áreas, tales como actividades funcionales y sociales, relaciones interpersonales, imagen corporal y posición social.

Waddell desarrolló un sistema para el estudio del dolor lumbar, sosteniendo que la lumbalgia no puede dividirse entre fí­sico y psicogénico. Por lo tanto, los factores psicosociales, como el estrés, pueden afectar la duración e intensidad del dolor lumbar. Existe una conexión muy estrecha entre dolor lumbar y estrés. El estrés causa una liberación de hormonas de estrés y estas hormonas aumentan la percepción del dolor. Las hormonas del estrés también pueden causar que los músculos se tensen, lo que puede derivar en espasmos dolorosos. Los músculos de la región lumbar y cuello son especialmente sensibles a los efectos del estrés.

La tensión muscular reduce el flujo sanguí­neo hacia los tejidos, lo que retrasa la cicatrización de los mismos. El adecuado flujo sanguí­neo garantiza además la adecuada eliminación del ácido láctico que se produce normalmente en el metabolismo del músculo, lo que previene la fatiga y el dolor. Por otra parte, una persona que sufra una patologí­a degenerativa de la columna va a ser mucho más sensible a los efectos del estrés. La tensión de los músculos lumbares incrementa el dolor lumbar y el dolor incrementa la tensión muscular generando un cí­rculo vicioso de dolor lumbar y estrés.

La columna lumbar en un paciente con estrés es menos tolerante a los esfuerzos fí­sicos, a la mala postura, la permanencia prolongada de pie o sentado. El estrés causa que los músculos se tensen y estén, por lo tanto, más vulnerables a las lesiones.

El alivio del estrés puede reducir el dolor agravado o causado por la tensión muscular. Existen numerosas alternativas terapéuticas orientadas a aliviar el estrés y secundariamente la tensión muscular:

  • Ejercicio: especialmente el de tipo aeróbico porque quema las hormonas del estrés y produce endorfinas. La elongación también es muy efectiva aliviando la tensión muscular. El yoga incrementa la fuerza y flexibilidad.
  • Técnicas de relajación: logran una respuesta de distensión lo que se traduce en relajación muscular, disminución de la presión arterial, frecuencia cardíaca y respiratoria.
  • Masajes terapéuticos: relajan los músculos, incrementan la circulación y alivian el estrés.

Finalmente, es esencial comprender que el manejo del dolor lumbar, especialmente el crónico, debe ser multidisciplinario, trabajando en conjunto con traumatólogos especialistas en columna, psicólogos, psiquiatras y fisioterapeutas.

Dolor lumbar

El dolor lumbar o lumbago es uno de los motivos de consulta médica más frecuente y un problema que se presenta aproximadamente en el 80% de las personas adultas. La columna lumbar es el segmento de la espalda encargado del soporte del tronco y está relacionado con la mayorí­a de los movimientos que realiza una persona en su vida cotidiana, además de su actividad deportiva y de recreación. El dolor lumbar es una causa importante de incapacidad laboral y puede limitar las actividades diarias de una persona.

Existen múltiples causas de dolor lumbar, que son, en orden de frecuencia, las siguientes:

Malos hábitos posturales

Son los frecuentes errores que se cometen al sentarse, agacharse, al levantar objetos, al caminar, al acostarse, etc. Estos malos hábitos adquiridos por las personas, repercuten en los músculos y estructuras de la columna encargados de sostenerla y permitir sus movimientos, haciéndolos menos flexibles y debilitándolos. Las malas posiciones alteran las curvas de la columna y hacen que las vértebras pierdan alineación y comiencen a deformarse.

Estrés

Las tensiones y preocupaciones diarias producen una contracción sostenida o espasmos de los músculos de la espalda, limitando sus movimientos y endureciéndolos, con lo cual se maltrata el músculo, reduciendo su nutrición y buen funcionamiento. La tensión, el mal genio y las preocupaciones alteran la capacidad de contracción muscular. Esa descarga de emociones conlleva a espasmos musculares e impide que los tejidos se nutran y se oxigenen adecuadamente.

Sedentarismo

La inactividad fí­sica hace que el organismo reduzca su capacidad de trabajar correctamente. Si una persona no hace ejercicios de estiramiento, lo más probable es que las vértebras tiendan a pegarse, pierdan movilidad y se debiliten. Es necesario fortalecer los músculos de la espalda y endurecer los abdominales.

Mala alimentación

Una dieta pobre en nutrientes, con carencia de vitaminas y minerales, como el calcio, dificultan los procesos bioquí­micos en el interior del organismo. Hay cuidar la alimentación, porque el hueso tiene un metabolismo de destrucción y formación constante.

Traumatismos

Los traumas, especialmente en los músculos, asociados a una falta de estado fí­sico, pueden producir tirones o desgarros de los músculos y ligamentos de una columna lumbar no acondicionada para realizar movimientos bruscos o que requieran fuerza. Un golpe o una caí­da pueden hacer que una vértebra se fracture y pierda su forma. Eso, sin contar el perjuicio en el aspecto sensitivo y motriz cuando se comprometen algunos nervios.

Alteraciones en los discos

El disco está formado por un anillo con un núcleo pulposo, una especie de gelatina que sirve para separar las vértebras y amortiguar los golpes o los impactos que pueda sufrir la columna. Si se rompe o se sale esa sustancia gelatinosa, empieza a comprimir los nervios que comunican las extremidades (hernia discal). En estos casos, el paciente puede perder movilidad o sensibilidad en alguna extremidad y tener una sensación de ardor. Fuera de esto, se sabe que a partir de los 40 años los discos que separan las vértebras, al igual que los demás órganos, envejecen. Esto hace que el disco comience a perder agua, se vuelva rí­gido y sea más propenso a romperse o a hincharse.

Las causas más frecuentes que lo producen son:

  1. Traumatismos menores, fuerzas mal hechas
  2. Esguinces, desgarros de la columna
  3. Mala postura
  4. Ergonomí­a deficiente
  5. Estrés
  6. Columna con insuficiencia muscular
  7. Genética (Predisposición familiar a problemas de columna)
  8. Sobrepeso
  9. Osteoporosis
  10. Tumores
  11. Tabaquismo (El hábito de fumar)
  12. Edad

Fracturas de columna en el adulto mayor

Las fracturas de columna en el adulto mayor son en la mayorí­a de los casos secundarias a osteoporosis. Las fracturas vertebrales son las fracturas osteoporóticas más comunes, superando a la cadera y muñeca. Se producen por traumas menores o incluso sin traumatismos. Solamente un tercio de estos pacientes recibe atención médica. La frecuencia va desde 6% a los 50 años hasta 75% a los 90 años o más.

El sí­ntoma principal es dolor en fracturas recientes que se mantiene por semanas o meses. En casos crónicos la manifestación más común es deformidad de la espalda con el clásico dorso curvo. También es posible observar disminución de la estatura, disminución de la movilidad de la columna y dificultades para realizar actividades en la vida cotidiana.

El tratamiento en la mayorí­a de los casos es médico y consiste en la utilización del corsé durante algunas semanas o meses, analgésicos y kinesiterapia. En algunos casos el tratamiento es quirúrgico y eso ocurre habitualmente porque el dolor no se alivia con los medicamentos, corsé o kinesiologí­a.

En los últimos años y en relación a los avances en la medicina se han desarrollado tratamientos quirúrgicos de mí­nima invasión que permite resolver de manera ambulatoria una fractura vertebral, logrando a la vez corregir la deformidad postraumática de la vértebra y de esta manera no solo tratar el dolor agudo, sino además prevenir todos los problemas crónicos secundarios a las fracturas vertebrales.

Túnel carpiano y otras neuropatí­as

Es la neuropatí­a por atrapamiento más frecuente. Se produce principalmente en mujeres y en la mano derecha. Dolor de la mano irradiado hasta el hombro, de predominio nocturno y se asocia a adormecimiento y hormigueo en la mano.

La causa es desconocida en la mayorí­a de los casos pero es más frecuente durante el embarazo, asociado a artritis reumatoide, diálisis e hipotiroidismo.

El diagnóstico se hace en base a la historia y el examen fí­sico. Los exámenes solo confirman la enfermedad. Habitualmente se solicita electromiografí­a y en ocasiones ecotomografí­a y resonancia magnética.

El tratamiento en la mayorí­a de los casos no es con cirugí­a. Se utilizan corticoides (infiltración), kinesiologí­a e inmovilización de la muñeca durante la noche. La cirugí­a solo se realiza cuando fracasa el tratamiento médico.

Otras neuropatí­as por atrapamiento

Existen diversas enfermedades pero son mucho menos comunes que el túnel carpiano. Es importante tener presente estas patologí­as porque los síntomas que presentan son similares a los de otras enfermedades de la columna, en especial la hernia del núcleo pulposo (HNP).

En extremidad superior: Atrapamiento del nervio cubital en el codo, atrapamiento del nervio radial interóseo posterior, canal de Guyon.

En extremidad inferior: Túnel del Tarso, atrapamiento del nervio ciático poplí­teo externo, Sí­ndrome del Piriforme, atrapamiento del nervio femorocutáneo, entre otros.

Hernia del núcleo pulposo

La hernia del núcleo pulposo (HNP) es la salida del material gelatinoso central (núcleo pulposo) de un disco intervertebral a través de una fisura en el anillo fibroso externo que la rodea. El anillo puede romperse completamente con salida del disco (HNP extruida) o puede permanecer intacto pero estirarse y dar lugar a una protrusión del disco (HNP contenida). Esta patologí­a puede producir dolor en la zona de la columna (cervical, dorsal o lumbar, dependiendo de la localización de la HNP) o dolor en las extremidades (brazos o piernas), esto último por compresión y/o irritación de la raí­z nerviosa.

La HNP es una enfermedad que se presenta predominantemente en pacientes entre 30 y 50 años, comprendiendo un porcentaje entre 1% – 3% del total de la población general. El 95% de las HNP lumbares se concentran en los discos L4-L5 y L5-S1.

Diagnóstico

  1. Cuadro clí­nico de dolor lumbar o cervical con irradiación a una extremidad.
  2. Molestias neurológicas asociadas, tales como pérdida de fuerza (paresia), adormecimiento (hipoestesia) u hormigueo (parestesias) en la extremidad.
  3. Exámenes de imágenes (TAC o Resonancia Magnética) que confirman la presencia de una HNP.

Tratamiento

Aproximadamente el 80% de los pacientes responden al tratamiento médico:

  1. Reposo relativo.
  2. Antiinflamatorios.
  3. Kinesiterapia.
  4. Infiltración de la columna con corticoides: bloqueo facetario e infiltración de la raí­z nerviosa afectada por la HNP.

Indicaciones de cirugí­a:

  1. Fracaso del tratamiento médico después de 6 semanas de iniciado el cuadro doloroso.
  2. Dolor intratable.
  3. Avance del deterioro de la función neurológica, en especial la función motora (fuerza).
  4. Cauda equina: pérdida de la capacidad de orinar y/o defecar.

Tratamiento Quirúrgico

  1. Cirugí­a tradicional (abierta).
  2. Cirugí­a endoscópica.